Una
lenta y sutil lucha de clases
Justin Podur entrevista a Diana Valentine
ZNet en español
Hace ya más de
un mes que empezó la "huelga nacional" en Venezuela. La oposición,
tras el intento de golpe de estado militar de abril de 2002, se ha propuesto bloquear
la economía del país y, sobre todo, su industria petrolera, con
la intención de forzar la dimisión del gobierno electo de Hugo Chávez.
Como respuesta a estas acciones, ha surgido un movimiento formado por partidarios
del programa del gobierno que, al igual que en abril, está dispuesto a
defender al gobierno, la constitución y sus reformas.
Estas reformas son parte
del denominado proceso bolivariano. El objetivo del movimiento bolivariano, que
debe su nombre a Simón Bolívar, conocido también como el
Libertador de Latinoamérica, consiste en redistribuir la riqueza del país
en beneficio de la gran mayoría pobre e incluye una reforma agraria y la
reforma de la compañía petrolera estatal. El movimiento aspira,
asimismo, a conseguir una mayor integración en Latinoamérica y,
de momento, ha logrado abrir el espacio necesario para la participación
democrática mediante reformas constitucionales y la ayuda para los medios
comunitarios, la autogestión comunitaria, los proyectos económicos
para cooperativas, etc.
El programa es sumamente
popular entre la mayoría pobre pero enfurece a las elites de Venezuela
y de los Estados Unidos. Los medios de comunicación, por su parte, han
tomado parte activa presentando al gobierno como una institución antidemocrática
y distorsionando la popularidad y el empuje de la oposición y de su huelga.
El Venezuela Solidarity Group (VSG), con sede en San Francisco, es un grupo de
solidaridad estadounidense que ha enviado su segunda delegación para que
se reúna con los venezolanos y presencie sobre el terreno lo que está
sucediendo exactamente con miras a desarrollar la solidaridad entre los movimientos
de Venezuela y los de los Estados Unidos. Diana Valentine es una de las activistas
que componen esta delegación y nos concedió una entrevista por teléfono
desde Caracas.
La huelga en Venezuela
se está alargando considerablemente. ¿Cree que su seguimiento y
su fuerza están aumentando o que está resultando un fracaso? ¿Está
consiguiendo bloquear el país, tal y como afirman los medios de comunicación?
La mayoría de los
venezolanos considera que la simple idea de que hay una huelga general es totalmente
ridícula. Las pintadas que se pueden leer en los muros ya lo dicen con
frases como "Esta es la huelga de los ricos".
Los medios de comunicación
emplean todas las tácticas a su alcance para dar la impresión de
que tanto la huelga como la oposición son mayores de lo que son realmente.
Los cacerolazos, por ejemplo, se han convertido en uno de los estandartes de las
manifestaciones de la oposición. De modo que han grabado el ruido de cazuelas
en CD y lo hacen sonar con altavoces para que parezca que el cacerolazo es mayor.
A pesar de que el país
no está bloqueado, se están dejando sentir algunas carencias. Resulta
difícil, por ejemplo, conseguir gasolina. Las gasolineras están
custodiadas por guardias militares. Los bancos van a iniciar una huelga esta semana
y su anuncio ha provocado un cierto revuelo en el ámbito de la banca.
Los pobres, como siempre,
son los que han salido peor parados, pero las cosas han empezado a mejorar. Las
colas para repostar gasolina son ahora mucho más cortas. Asimismo, Brasil
ha donado algo de petróleo y el gobierno ha hecho lo imposible por distribuir
los víveres necesarios para evitar que los ciudadanos pasen hambre.
Los principales sectores
que continúan secundando la huelga incluyen empresas como McDonald's, Burger
King y otras cadenas corporativas en los grandes centros comerciales. Todos estos
establecimientos permanecen cerrados, pero no hay que olvidar que quienes pueden
permitirse el lujo de comprar en estos lugares pertenecen, en su mayor parte,
a la clase que apoya a la oposición. Los pobres compran en los mercados
y en los pequeños comercios, que permanecen abiertos. La industria cervecera
y tabaquera se han declarado en huelga y, por lo tanto, no es fácil conseguir
estos productos. Pero los chavistas se han adaptado. La última consigna
coreada reza así: "No queremos cerveza, queremos una nueva PDVSA"
[compañía petrolera estatal]. Nosotros les hemos explicado a nuestros
anfitriones y compañeros venezolanos que una huelga que consiguiera el
cierre de la industria de la cerveza y del tabaco y los McDonald's en los Estados
Unidos constituiría toda una victoria política.
Las calles están
repletas de gente. Incluso parte de la oposición sigue ocupándose
de sus negocios.
Así pues, ¿considera
que con esta huelga general se forzará la dimisión de Chávez?
¿En qué consiste el plan de la oposición? ¿Conseguirán
derribar a Chávez de este modo?
No. La huelga se ha dejado
sentir principalmente en la industria petrolera e, incluso en ésta, se
ha traducido en un aumento del activismo entorno a la PDV, la empresa petrolera
estatal. Hay foros y personas que están informándose constantemente
sobre la empresa. Estas personas pertenecen a la oposición y, si la huelga
les está afectando negativamente, saben perfectamente de quién es
la responsabilidad. La gente lo llama por su nombre: un ataque contra Chávez
y contra los servicios básicos que necesita el pueblo venezolano. De este
modo, desde luego, no están consiguiendo que vuelvan la espalda a Chávez.
En nuestras visitas a los
barrios pobres hemos constatado que el sentimiento más extendido es que
"puede que pasemos hambre y sed pero seguimos apoyando a Chávez".
Los habitantes de estas comunidades han sido víctimas de la pobreza durante
tanto tiempo, y hace tanto que perdieron todos sus derechos, que saben a ciencia
cierta que la oposición no hará nada por cambiar esa situación.
Sin embargo, confían en que el movimiento bolivariano, gracias a lo que
llaman "el proceso", consiga cambiar algo. Además, no existe
la falsa creencia idealista de que el cambio se conseguirá de la noche
a la mañana, sino que se tiene conciencia de que falta aún un largo
camino por recorrer.
El peligro real radica
en que la oposición podría recrudecer sus ataques. En estos momentos,
los pobres están sufriendo, pero su confianza en "el proceso"
les lleva a trabajar y a prepararse con paciencia. Se han organizado servicios
de asistencia mutua y de cooperación para que las comunidades compartan
sus recursos petroleros de manera más eficaz. La oposición, mientras
tanto, está armándose y poniéndose nerviosa. Eso es precisamente
lo que ocurrió en abril y la semana pasada, el 3 de enero, cuando el alcalde
de Caracas, Alfredo Peña, envió a sus policías para que asesinaran
a dos chavistas. Los medios de comunicación no cesan de mentir una y otra
vez afirmando que los muertos eran miembros de la oposición aunque todo
el mundo sabe que eran chavistas.
El ejército está
a favor de Chávez. También hay civiles armados que, además,
están furiosos. A pesar de ello, los ciudadanos tienen muy claro que la
oposición está haciendo todo lo posible por hacerles picar el anzuelo:
llevarlos a una confrontación violenta y crear un "estado de sitio",
aprovechar para conducir una posible intervención y repetir lo sucedido
en abril de 2002. El tono general invita a mantener la calma y así lo hizo
el propio Chávez en un discurso emitido el pasado 5 de enero.
Nos reunimos con un especialista
gubernamental en administración social, Jesús Salazar, en el Palacio
Nacional. Éste sostiene que los bolivarianos son conscientes de que les
espera un proyecto que dará sus frutos a largo plazo. Saben que las dificultades
que padece Venezuela se arrastran desde hace siglos y que la oposición
está culpando a Chávez de problemas que ellos mismos, los miembros
de la elite, han creado.
¿Ha podido constatar
alguna consecuencia de las reformas bolivarianas?
En uno de los anuncios
más divertidos que está difundiendo la oposición a través
de la televisión, se muestra la pantalla en blanco. Aparece una voz en
off diciendo: "Tómate los próximos 10 segundos para pensar
en lo que Chávez ha hecho por ti en los últimos 4 años".
Y, pasados diez segundos, se vuelve a escuchar la voz que dice: "Nada, ¿verdad?".
Y sin embargo, en los últimos
tres años se han construido más viviendas que en los 20 años
anteriores. Desde que Chávez asumió el poder, hay un millón
más de niños escolarizados. Al ver el anuncio, muchos pobres se
plantearán la diferencia entre tener una casa y no tenerla. Hay problemas
de necesidades y derechos básicos que se están abordando y en los
que se está trabajando: vivienda, salud, alimentación o suministro
de agua. Y hay aún un elemento psicológico mucho más importante.
Al estar sobre el terreno,
tienes la impresión de que la descripción que hace el movimiento
bolivariano de estos cambios, "el proceso", es muy acertada. Se encuentran
en pleno proceso de organización interna. Todos conocemos las marchas.
No obstante, este proceso, con el que se están integrando en la vida cotidiana
la acción política y la toma de conciencia social, es algo difícil
de describir para alguien que procede de Norteamérica, donde la izquierda
está dividida y alejada de los ciudadanos.
Y no me refiero únicamente
a las decenas de miles de personas que se manifiestan en las calles o a los cambios
constitucionales que les otorgan derechos. En el día a día se respira
también este espíritu de cambios. Cuando la gente se encuentra en
la calle, por ejemplo, se saludan y, al instante, empiezan a hablar sobre los
proyectos que están preparando; comentan todo lo que están organizando,
que están estudiando la constitución o creando cooperativas.
Todo empezó con
el intento de golpe de estado encabezado por el propio Chávez en 1992.
Según la opinión del público, Chávez representa la
oportunidad de utilizar realmente el gobierno para cambiar sus vidas. El 80% que
vive en la pobreza conocía muy de cerca la frustración y la marginación.
El gobierno de Chávez les brindó la posibilidad de entrar en acción.
Una de las organizadoras de los Círculos Femeninos Populares me comentó:
"Antes, la palabra política estaba manchada. No teníamos ninguna
fe en ella".
¿En qué
medida dependen estos movimientos del gobierno y de Chávez? ¿Está
delegando el gobierno algún tipo de poder en estos "círculos
bolivarianos"?
Chávez es un líder
respetado. Aún así, cuando millones de personas tomaron las calles
para pedir su regreso, no lo hicieron por amor a Chávez, sino por el movimiento,
por su propio movimiento y por el poder que sabían que habían conquistado.
Cuando la oposición destituyó a Chávez, fue como si también
hubieran destituido a los ciudadanos. Debido a su pasado humilde y a sus raíces
indígenas y afrovenezolanas, el pueblo lo veía como a un verdadero
representante.
Y, en ese sentido, es un
gobierno del pueblo. La gente considera que Chávez ha hecho posible que
cada ciudadano pueda reclamar sus derechos. Consideran que la constitución
es una herramienta que les pertenece. Hablan de participación y cooperación,
de la gente liderándose a sí misma. El movimiento representa mucho
más que un partido político y mucho más que Chávez.
Puede que estas frases suenen a viejas consignas anarquistas, pero la gente rechaza
cualquier influencia del anarquismo o del comunismo, insisten en que proviene
de su interior. Los chavistas afirman que están demasiado ocupados trabajando
como para analizar y adoptar las etiquetas de los círculos académicos
de Norteamérica o Europa.
Visitamos una cooperativa
llamada Fuerza y Poder situada en un barrio muy pobre conocido como Pinto Salinas.
Para muchos de sus 30 miembros, aquel era su primer trabajo. Había muchos
jóvenes. La cooperativa se dedica al mantenimiento y a la renovación
de un parque municipal. Pero también a coordinar marchas. Disponen de una
brigada motorizada y se encargan de la seguridad en las marchas, de los transportes
de emergencia en las manifestaciones. La tarea de algunos miembros consiste en
ayudar al resto a finalizar la escuela o a ayudar a los hijos de otros miembros
a permanecer en ella. Este grupo, como cualquier otro, cuenta con un equipo que
se dedica a analizar la constitución. De hecho, la gente ondea la constitución
en las manifestaciones.
La cooperativa recibe fondos
del gobierno pero no se trata de una relación paternalista; el grupo está
organizado y presenta propuestas al gobierno. El gobierno, a su vez, puede subvencionar
este tipo de cooperativas porque ha introducido grandes recortes en la burocracia.
El número de burócratas se vio reducido a la mitad y los salarios
de los trabajadores se triplicaron. Y el gobierno puede subsidiar muchos más
pequeños proyectos como este porque no hay jefes y no implican gastos burocráticos.
¿Qué
parte del gobierno no apoya a Chávez?
El ejército, en
su gran mayoría, está a favor de Chávez. Hay muchos soldados
fuera de servicio que acuden a las manifestaciones prochavistas. Tan sólo
una pequeña facción dentro del ejército apoya a la oposición,
lo que ocurre es que recibe mucha publicidad.
La situación en
el seno de la policía es mucho más compleja. Caracas está
dividida en varios distritos. Algunos de éstos, su policía incluida,
apoyan a Chávez. En el distrito de Libertador, por ejemplo, se nota que
la gente de pocos recursos que habita allí no teme a la policía
chavista. Al funeral de los dos chavistas asesinados asistieron policías
de Libertador uniformados y recibieron una calurosa bienvenida. Los chavistas
fueron asesinados a manos del cuerpo de policía que depende de Alfredo
Peña, que dispone de jurisdicción para actuar en todos los distritos
de la ciudad. Peña es el alcalde de la ciudad de Caracas y también
es un enardecido miembro de la oposición.
Como es de imaginar, el
sector de la burocracia gubernamental es el que cambia con mayor lentitud. Los
miembros del congreso y los ministerios siguen del lado de la oposición.
Por este motivo, se está obstaculizando la introducción de las reformas.
En un artículo
publicado recientemente en el diario Guardian, Richard Gott sugiere que la oposición
está motivada en parte por cierta 'aversión racista'. ¿Opina
que existe algún elemento racial en este conflicto?
Sin duda alguna. Venezuela
es un país dibujado con muchos, muchísimos tonos de piel. En el
funeral de los chavistas asesinados, no obstante, predominaron los tonos más
oscuros. Por otro lado, la mayoría de los líderes de la oposición
son blancos. No existe, ni mucho menos, una frontera clara. Algunos miembros de
la clase media alta son de tez bastante oscura y son detractores de Chávez.
Las cosas no son tan sencillas. Aún así, sigue siendo bastante acertado
hablar de Venezuela como un país donde la mayoría de pobres son
de piel oscura, negros o indígenas, y donde la elite adinerada es blanca.
Chávez se siente orgulloso de sus raíces indígenas y africanas.
Cuando la prensa de la oposición lanza ataques contra él, utiliza
palabras como "salvaje". Chávez representa a la mayoría
y esa misma mayoría sabe que cuando la oposición demuestra su desprecio
y su odio por él, está también demostrando su desprecio y
odio por la mayoría.
La nueva constitución
incluye derechos para los indígenas ya en su preámbulo. Chávez
y "el proceso" otorgan a los pobres, a las víctimas del racismo
institucionalizado, una voz que nunca antes tuvieron. Las elites responden contraatacando.
Es un proceso lento y sutil de lucha de clases que, hasta el momento, ha provocado
pocos derramamientos de sangre.
Diana Valentine es una
activista residente en San Francisco,
Justin Podur es escritor y voluntario deZNet.
fuente : http://www.zmag.org/Spanish/index.htm