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02 / 2003
 
 
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Una lenta y sutil lucha de clases
Justin Podur entrevista a Diana Valentine
ZNet en español

Hace ya más de un mes que empezó la "huelga nacional" en Venezuela. La oposición, tras el intento de golpe de estado militar de abril de 2002, se ha propuesto bloquear la economía del país y, sobre todo, su industria petrolera, con la intención de forzar la dimisión del gobierno electo de Hugo Chávez. Como respuesta a estas acciones, ha surgido un movimiento formado por partidarios del programa del gobierno que, al igual que en abril, está dispuesto a defender al gobierno, la constitución y sus reformas.

Estas reformas son parte del denominado proceso bolivariano. El objetivo del movimiento bolivariano, que debe su nombre a Simón Bolívar, conocido también como el Libertador de Latinoamérica, consiste en redistribuir la riqueza del país en beneficio de la gran mayoría pobre e incluye una reforma agraria y la reforma de la compañía petrolera estatal. El movimiento aspira, asimismo, a conseguir una mayor integración en Latinoamérica y, de momento, ha logrado abrir el espacio necesario para la participación democrática mediante reformas constitucionales y la ayuda para los medios comunitarios, la autogestión comunitaria, los proyectos económicos para cooperativas, etc.

El programa es sumamente popular entre la mayoría pobre pero enfurece a las elites de Venezuela y de los Estados Unidos. Los medios de comunicación, por su parte, han tomado parte activa presentando al gobierno como una institución antidemocrática y distorsionando la popularidad y el empuje de la oposición y de su huelga. El Venezuela Solidarity Group (VSG), con sede en San Francisco, es un grupo de solidaridad estadounidense que ha enviado su segunda delegación para que se reúna con los venezolanos y presencie sobre el terreno lo que está sucediendo exactamente con miras a desarrollar la solidaridad entre los movimientos de Venezuela y los de los Estados Unidos. Diana Valentine es una de las activistas que componen esta delegación y nos concedió una entrevista por teléfono desde Caracas.

La huelga en Venezuela se está alargando considerablemente. ¿Cree que su seguimiento y su fuerza están aumentando o que está resultando un fracaso? ¿Está consiguiendo bloquear el país, tal y como afirman los medios de comunicación?

La mayoría de los venezolanos considera que la simple idea de que hay una huelga general es totalmente ridícula. Las pintadas que se pueden leer en los muros ya lo dicen con frases como "Esta es la huelga de los ricos".

Los medios de comunicación emplean todas las tácticas a su alcance para dar la impresión de que tanto la huelga como la oposición son mayores de lo que son realmente. Los cacerolazos, por ejemplo, se han convertido en uno de los estandartes de las manifestaciones de la oposición. De modo que han grabado el ruido de cazuelas en CD y lo hacen sonar con altavoces para que parezca que el cacerolazo es mayor.

A pesar de que el país no está bloqueado, se están dejando sentir algunas carencias. Resulta difícil, por ejemplo, conseguir gasolina. Las gasolineras están custodiadas por guardias militares. Los bancos van a iniciar una huelga esta semana y su anuncio ha provocado un cierto revuelo en el ámbito de la banca.

Los pobres, como siempre, son los que han salido peor parados, pero las cosas han empezado a mejorar. Las colas para repostar gasolina son ahora mucho más cortas. Asimismo, Brasil ha donado algo de petróleo y el gobierno ha hecho lo imposible por distribuir los víveres necesarios para evitar que los ciudadanos pasen hambre.

Los principales sectores que continúan secundando la huelga incluyen empresas como McDonald's, Burger King y otras cadenas corporativas en los grandes centros comerciales. Todos estos establecimientos permanecen cerrados, pero no hay que olvidar que quienes pueden permitirse el lujo de comprar en estos lugares pertenecen, en su mayor parte, a la clase que apoya a la oposición. Los pobres compran en los mercados y en los pequeños comercios, que permanecen abiertos. La industria cervecera y tabaquera se han declarado en huelga y, por lo tanto, no es fácil conseguir estos productos. Pero los chavistas se han adaptado. La última consigna coreada reza así: "No queremos cerveza, queremos una nueva PDVSA" [compañía petrolera estatal]. Nosotros les hemos explicado a nuestros anfitriones y compañeros venezolanos que una huelga que consiguiera el cierre de la industria de la cerveza y del tabaco y los McDonald's en los Estados Unidos constituiría toda una victoria política.

Las calles están repletas de gente. Incluso parte de la oposición sigue ocupándose de sus negocios.

Así pues, ¿considera que con esta huelga general se forzará la dimisión de Chávez? ¿En qué consiste el plan de la oposición? ¿Conseguirán derribar a Chávez de este modo?

No. La huelga se ha dejado sentir principalmente en la industria petrolera e, incluso en ésta, se ha traducido en un aumento del activismo entorno a la PDV, la empresa petrolera estatal. Hay foros y personas que están informándose constantemente sobre la empresa. Estas personas pertenecen a la oposición y, si la huelga les está afectando negativamente, saben perfectamente de quién es la responsabilidad. La gente lo llama por su nombre: un ataque contra Chávez y contra los servicios básicos que necesita el pueblo venezolano. De este modo, desde luego, no están consiguiendo que vuelvan la espalda a Chávez.

En nuestras visitas a los barrios pobres hemos constatado que el sentimiento más extendido es que "puede que pasemos hambre y sed pero seguimos apoyando a Chávez". Los habitantes de estas comunidades han sido víctimas de la pobreza durante tanto tiempo, y hace tanto que perdieron todos sus derechos, que saben a ciencia cierta que la oposición no hará nada por cambiar esa situación. Sin embargo, confían en que el movimiento bolivariano, gracias a lo que llaman "el proceso", consiga cambiar algo. Además, no existe la falsa creencia idealista de que el cambio se conseguirá de la noche a la mañana, sino que se tiene conciencia de que falta aún un largo camino por recorrer.

El peligro real radica en que la oposición podría recrudecer sus ataques. En estos momentos, los pobres están sufriendo, pero su confianza en "el proceso" les lleva a trabajar y a prepararse con paciencia. Se han organizado servicios de asistencia mutua y de cooperación para que las comunidades compartan sus recursos petroleros de manera más eficaz. La oposición, mientras tanto, está armándose y poniéndose nerviosa. Eso es precisamente lo que ocurrió en abril y la semana pasada, el 3 de enero, cuando el alcalde de Caracas, Alfredo Peña, envió a sus policías para que asesinaran a dos chavistas. Los medios de comunicación no cesan de mentir una y otra vez afirmando que los muertos eran miembros de la oposición aunque todo el mundo sabe que eran chavistas.

El ejército está a favor de Chávez. También hay civiles armados que, además, están furiosos. A pesar de ello, los ciudadanos tienen muy claro que la oposición está haciendo todo lo posible por hacerles picar el anzuelo: llevarlos a una confrontación violenta y crear un "estado de sitio", aprovechar para conducir una posible intervención y repetir lo sucedido en abril de 2002. El tono general invita a mantener la calma y así lo hizo el propio Chávez en un discurso emitido el pasado 5 de enero.

Nos reunimos con un especialista gubernamental en administración social, Jesús Salazar, en el Palacio Nacional. Éste sostiene que los bolivarianos son conscientes de que les espera un proyecto que dará sus frutos a largo plazo. Saben que las dificultades que padece Venezuela se arrastran desde hace siglos y que la oposición está culpando a Chávez de problemas que ellos mismos, los miembros de la elite, han creado.

¿Ha podido constatar alguna consecuencia de las reformas bolivarianas?

En uno de los anuncios más divertidos que está difundiendo la oposición a través de la televisión, se muestra la pantalla en blanco. Aparece una voz en off diciendo: "Tómate los próximos 10 segundos para pensar en lo que Chávez ha hecho por ti en los últimos 4 años". Y, pasados diez segundos, se vuelve a escuchar la voz que dice: "Nada, ¿verdad?".

Y sin embargo, en los últimos tres años se han construido más viviendas que en los 20 años anteriores. Desde que Chávez asumió el poder, hay un millón más de niños escolarizados. Al ver el anuncio, muchos pobres se plantearán la diferencia entre tener una casa y no tenerla. Hay problemas de necesidades y derechos básicos que se están abordando y en los que se está trabajando: vivienda, salud, alimentación o suministro de agua. Y hay aún un elemento psicológico mucho más importante.

Al estar sobre el terreno, tienes la impresión de que la descripción que hace el movimiento bolivariano de estos cambios, "el proceso", es muy acertada. Se encuentran en pleno proceso de organización interna. Todos conocemos las marchas. No obstante, este proceso, con el que se están integrando en la vida cotidiana la acción política y la toma de conciencia social, es algo difícil de describir para alguien que procede de Norteamérica, donde la izquierda está dividida y alejada de los ciudadanos.

Y no me refiero únicamente a las decenas de miles de personas que se manifiestan en las calles o a los cambios constitucionales que les otorgan derechos. En el día a día se respira también este espíritu de cambios. Cuando la gente se encuentra en la calle, por ejemplo, se saludan y, al instante, empiezan a hablar sobre los proyectos que están preparando; comentan todo lo que están organizando, que están estudiando la constitución o creando cooperativas.

Todo empezó con el intento de golpe de estado encabezado por el propio Chávez en 1992. Según la opinión del público, Chávez representa la oportunidad de utilizar realmente el gobierno para cambiar sus vidas. El 80% que vive en la pobreza conocía muy de cerca la frustración y la marginación. El gobierno de Chávez les brindó la posibilidad de entrar en acción. Una de las organizadoras de los Círculos Femeninos Populares me comentó: "Antes, la palabra política estaba manchada. No teníamos ninguna fe en ella".

¿En qué medida dependen estos movimientos del gobierno y de Chávez? ¿Está delegando el gobierno algún tipo de poder en estos "círculos bolivarianos"?

Chávez es un líder respetado. Aún así, cuando millones de personas tomaron las calles para pedir su regreso, no lo hicieron por amor a Chávez, sino por el movimiento, por su propio movimiento y por el poder que sabían que habían conquistado. Cuando la oposición destituyó a Chávez, fue como si también hubieran destituido a los ciudadanos. Debido a su pasado humilde y a sus raíces indígenas y afrovenezolanas, el pueblo lo veía como a un verdadero representante.

Y, en ese sentido, es un gobierno del pueblo. La gente considera que Chávez ha hecho posible que cada ciudadano pueda reclamar sus derechos. Consideran que la constitución es una herramienta que les pertenece. Hablan de participación y cooperación, de la gente liderándose a sí misma. El movimiento representa mucho más que un partido político y mucho más que Chávez. Puede que estas frases suenen a viejas consignas anarquistas, pero la gente rechaza cualquier influencia del anarquismo o del comunismo, insisten en que proviene de su interior. Los chavistas afirman que están demasiado ocupados trabajando como para analizar y adoptar las etiquetas de los círculos académicos de Norteamérica o Europa.

Visitamos una cooperativa llamada Fuerza y Poder situada en un barrio muy pobre conocido como Pinto Salinas. Para muchos de sus 30 miembros, aquel era su primer trabajo. Había muchos jóvenes. La cooperativa se dedica al mantenimiento y a la renovación de un parque municipal. Pero también a coordinar marchas. Disponen de una brigada motorizada y se encargan de la seguridad en las marchas, de los transportes de emergencia en las manifestaciones. La tarea de algunos miembros consiste en ayudar al resto a finalizar la escuela o a ayudar a los hijos de otros miembros a permanecer en ella. Este grupo, como cualquier otro, cuenta con un equipo que se dedica a analizar la constitución. De hecho, la gente ondea la constitución en las manifestaciones.

La cooperativa recibe fondos del gobierno pero no se trata de una relación paternalista; el grupo está organizado y presenta propuestas al gobierno. El gobierno, a su vez, puede subvencionar este tipo de cooperativas porque ha introducido grandes recortes en la burocracia. El número de burócratas se vio reducido a la mitad y los salarios de los trabajadores se triplicaron. Y el gobierno puede subsidiar muchos más pequeños proyectos como este porque no hay jefes y no implican gastos burocráticos.

¿Qué parte del gobierno no apoya a Chávez?

El ejército, en su gran mayoría, está a favor de Chávez. Hay muchos soldados fuera de servicio que acuden a las manifestaciones prochavistas. Tan sólo una pequeña facción dentro del ejército apoya a la oposición, lo que ocurre es que recibe mucha publicidad.

La situación en el seno de la policía es mucho más compleja. Caracas está dividida en varios distritos. Algunos de éstos, su policía incluida, apoyan a Chávez. En el distrito de Libertador, por ejemplo, se nota que la gente de pocos recursos que habita allí no teme a la policía chavista. Al funeral de los dos chavistas asesinados asistieron policías de Libertador uniformados y recibieron una calurosa bienvenida. Los chavistas fueron asesinados a manos del cuerpo de policía que depende de Alfredo Peña, que dispone de jurisdicción para actuar en todos los distritos de la ciudad. Peña es el alcalde de la ciudad de Caracas y también es un enardecido miembro de la oposición.

Como es de imaginar, el sector de la burocracia gubernamental es el que cambia con mayor lentitud. Los miembros del congreso y los ministerios siguen del lado de la oposición. Por este motivo, se está obstaculizando la introducción de las reformas.

En un artículo publicado recientemente en el diario Guardian, Richard Gott sugiere que la oposición está motivada en parte por cierta 'aversión racista'. ¿Opina que existe algún elemento racial en este conflicto?

Sin duda alguna. Venezuela es un país dibujado con muchos, muchísimos tonos de piel. En el funeral de los chavistas asesinados, no obstante, predominaron los tonos más oscuros. Por otro lado, la mayoría de los líderes de la oposición son blancos. No existe, ni mucho menos, una frontera clara. Algunos miembros de la clase media alta son de tez bastante oscura y son detractores de Chávez. Las cosas no son tan sencillas. Aún así, sigue siendo bastante acertado hablar de Venezuela como un país donde la mayoría de pobres son de piel oscura, negros o indígenas, y donde la elite adinerada es blanca. Chávez se siente orgulloso de sus raíces indígenas y africanas. Cuando la prensa de la oposición lanza ataques contra él, utiliza palabras como "salvaje". Chávez representa a la mayoría y esa misma mayoría sabe que cuando la oposición demuestra su desprecio y su odio por él, está también demostrando su desprecio y odio por la mayoría.

La nueva constitución incluye derechos para los indígenas ya en su preámbulo. Chávez y "el proceso" otorgan a los pobres, a las víctimas del racismo institucionalizado, una voz que nunca antes tuvieron. Las elites responden contraatacando. Es un proceso lento y sutil de lucha de clases que, hasta el momento, ha provocado pocos derramamientos de sangre.

Diana Valentine es una activista residente en San Francisco,
Justin Podur es escritor y voluntario deZNet.

fuente : http://www.zmag.org/Spanish/index.htm