¿Quiénes
juegan a la guerra civil en Venezuela?
Por: Modesto Emilio Guerrero,
Argenpress
Info, Argentina - 23/01/2003
La gran campaña
nacional e internacional contra el nacionalismo chavista comenzó a mediados
de 2001. Para ello se acudieron a todos los recursos ideológicos, aliados,
fuentes de dinero, medios de prensa, apoyo logístico militar y de inteligencia.
Una completa conspiración sobre Venezuela.
El objetivo inmediato era
crear lo que en el siglo XX se definió como "las condiciones sociales"
para un golpe. Y un golpe, como se sabe desde Cursio Malaparte, es uno de los
recursos más eficaces de la guerra civil.
Había que ganarse
a un sector de la población, para vestir de cierta legitimidad "democrática"
la sedición golpista. La clase media, la asalariada y la que no lo es,
era el único sector con posibilidades de postularse para ser actor social
en tamaña acción político-militar. Sólo en ella es
posible inocular este tipo de odio de clases (de arriba hacia abajo). Esta discriminación
incluyó el fenotipo racial del presidente y la mayoría de sus seguidores
pobres. O, el espanto por un presidente que habla y se comporta "como si
no fuera presidente": No como el tipo antropológico de jefe de Estado
al que nos tiene acostumbrado la falaz civilización burguesa desde mediados
del siglo XIX.
La misma actitud de asco
tuvo la prensa belga contra Patricio Lumumba en 1964, antes de matarlo en El Congo.
En nuestra América actual, ya los babosos pasillos diplomáticos
andan ruborizados, porque Nina, la nueva canciller de Ecuador, es una quechua.
El dilema de la
guerra civil
Una elemental investigación
a través de los motores de búsqueda de la web, da como resultado
que entre abril de 1999 y abril de 2001, son esporádicos, aunque consistentes,
los ataques a Chávez, al chavismo y a los peligros sociales que despierta.
Pero casi no aparece la frase "guerra civil". Predominan los análisis,
las comparaciones y las condenas a los postulados de la nueva Constitución
Bolivariana.
Desde abril-junio de 2001
en adelante se registra el crecimiento de las declaraciones, denuncias, cuestionamientos,
entrevistas, etc., todos con un eje: "Chávez nos está llevando
al desastre". También fue, como está demostrado, el período
de la preparación del golpe de Estado de abril y de los conatos que siguieron.
La convicción de
la necesidad, o inevitabilidad, de una guerra civil, se instaló de una
manera tan "natural" en las cabezas de una parte de los jefes de la
Coordinadora de la oposición, que sus principales voceros la anuncian a
cada rato. No se les mueve un pelo ante tamaño pronóstico, pero
logran, como se dice en publicidad, "instalar la imagen". La prensa
internacional refleja esa espantosa imagen, con la fría tranquilidad de
un espejo.
Cuando el ex presidente
Carter se reunió con Chávez para mediar a favor de la oposición,
un diario no guerrerista, como Página 12, de Buenos Aires, escribió
debajo del título: "Como si fuera una guerra civil, el ex presidente
estadounidense, Jimmy Carter, inició una mediación en Venezuela"
(P12, 22 de enero 2003, p.15)
Pero aún las "tendencias
objetivas de la realidad" no son neutras, siempre tienen interesados y voceros.
El 3 de diciembre de 2002,
The Washington Post editorializó así: "Los temores cada vez
menos disimulados en Washington por una guerra civil en Venezuela y el rol que
en esa crisis pudieran jugar otros países de la región, es lo más
relevante de Venezuela en Washington, en la semana del 23 al 29 de noviembre."
Al verificar que la derrota
de1 golpe del 11 de abril cerró por ahora la salida del golpe tradicional,
la prensa norteamericana propagandiza la única salida que ven la oposición
y los estrategas del Pentágono: "Sin rodeos, ya aquí se habla
de una guerra civil en Venezuela. La gravedad de la situación no se oculta:
ni en los centros de pensamiento, ni en los despachos oficiales, ni entre lo expertos
latinoamericanistas o diplomáticos."
El 29 de abril de 2002,
el diario londinense The Guardian reveló la participación de la
marina norteamericana en el golpe del 11 de abril, desde sus barcos instalados
en Aruba y Grenada. La veracidad de la información fue chequeada por el
reportero del medio, Duncan Campbell desde Los Angeles, sobre la declaración
de Wayne Madsen, ex-oficial de inteligencia de la marina norteamericana. Nadie
se atrevió a desmentirla. Una vocera poco relevante de la oposición,
una periodista del diario El Universal, de Caracas, que se hizo llamar Carolina
Arveláez, no sólo confirmó en Buenos Aires la noticia de
The Guardian, también concluyó: "Si los hechos de abril derivaban
en una guerra civil contaríamos con el apoyo técnico de la marina
norteamericana, nada más que eso".
El huevo de la
serpiente y los reptiles criollos
Américo Martín,
ex guerrillero venezolano, ex diputado del MIR y ex izquierdista, fue más
allá que sus antiguos enemigos, como siempre ocurre con los conversos:
El gobierno está "puesto en la disyuntiva de votos o balas, salida
constitucional o hundirse en el pantano de la guerra y la lucha fraticida"
(El Nacional, 3 de enero 2002). Nadie logra entender hasta ahora, como hace Martín
para mantener la compostura en la Mesa de Negociación, donde representa
a la Coordinadora.
Uno que se atrevió
a invocar el mismo deseo de Don Pedro el Breve, fue el Carlos Ortega, el dirigente
de la Confederación de Trabajadores de Venezuela. El 1 de enero declaró:
"Chávez es un error histórico que hay que corregir por los
medios que sean, inclusive si nos lleva a una guerra civil". No hace falta
mucha memoria histórica para recordar frases de este estilo antes de las
guerras civiles del siglo XX.
"El bolchevismo, el
parlamentarismo y los judíos son desgracias de nuestro tiempo. Nuestro
deber es erradicarlos", escribió el presidiario Adolf Hitler en Mein
Kampf, después de su fracasado putch en Berlín de 1924.
Más de diez años
después, en 1936, el joven oficial Francisco Franco, desde Marruecos, lanzó
este grito a los diarios europeos: "Españoles dignos, este pronunciamiento
está destinado a liberaros de las tragedias que os trajeron los usurpadores
de Madrid. ¡Seguidnos!". (La Jornada, Galicia, 1936).
La revisión de las
guerras civiles del Tercer Mundo, durante el siglo XX, reveló a cada paso
advertencias y premoniciones como las de Carmona en 1999 o Américo Martín
y Carlos Ortega recientemente, aunque nunca las hayan leído. El odio de
las clases poseedoras no requiere de la racionalidad, indispensable en el programa
y la ética de las clases desposeídas.
Hicimos una recensión
de las declaraciones de los dirigentes y voceros de la oposición, en diarios
como El Universal, El Nacional, El Siglo, El Aragüeño, Panorama, El
Carabobeño y la red Cadena Global, entre el 1º de diciembre de 2002
y el 21 de enero de 2003, y de los noticieros las televisoras Venevisión,
Radio Caracas TV, CMT y la cadena Globovisión, entre 3 y el 15 de enero
del año 2003.
El resultado fue el siguiente:
78 veces se usaron frases como "guerra civil", "violencia generalizada",
"inevitable enfrentamiento", "guerra fratricida", "destrucción
del país", "destrucción de los valores cristianos",
"hordas chavistas amenazan el derecho de propiedad", "debemos defender
nuestros valores de la amenaza chavista".
Todas fueron publicadas
en el contexto del lock-out patronal, el sabotaje a la industria petrolera, el
cierre de los puertos, y el acaparamiento de productos alimenticios y energéticos.
En este último sentido es altamente llamativo lo que dijo el presidente
de CAVIDEA, la Cámara de alimentos, en apoyo a la Coca Cola y a la Distribuidora
Polar: "Nos están provocando. Si nos quieren encontrar en el camino
de la violencia civil, también estamos preparados para ello."
La cuestión de la
guerra civil en Venezuela tiene interesados expresos, convictos y confesos. No
es una fuerza ciega de la historia. No es un acto inevitable, como la salida del
sol cada mañana. El dilema de la revolución venezolana depende,
precisamente, de la estrategia que se adopte al respecto de este peliagudo asunto.
fuente : http://www.argenpress.info/